En ‘Bajo tierra seca’, el escritor vallisoletano, que hace unos meses vio adaptada a serie su primera novela, ‘Memento Mori’, firma un ‘noir’ rural ambientado en la convulsa España de 1917.
Con más de diez novelas publicadas en poco más de una década, probablemente este sea el mejor momento de César Pérez Gellida (Valladolid, 1974) en el ámbito cultural. Si hace pocos meses veía cómo su primer título, Memento Mori (Suma), llegaba a Amazon Prime transformado en una serie protagonizada por Yon González y Francisco Ortiz, con su última novela, Bajo tierra seca (Destino), el pasado enero cumplía su sueño de ganar el Premio Nadal.
“Yo empecé en este oficio casi por casualidad –comparte–, no era nada vocacional. Para mí contar historias surgió como una necesidad para conciliar el sueño. Una historia que me contaba para estar tranquilo en la cama que acabó llamándose Memento Mori”.
Aquel fue el primer título de su célebre trilogía Versos, canciones y trocitos de carne que reportó al vallisoletano, además, toda una legión de fieles lectores que hoy se cuentan por cientos de miles.
“Ganar el Nadal es un punto de inflexión en mi carrera –reconoce-. Noto cierta responsabilidad o ansiedad por estar a la altura de las expectativas. Yo sé que a casi todos los gellidistas les va a encantar esta novela, pero la incógnita es si este galardón abrirá puertas a otros lectores a los que antes no había llegado”.
Fue apenas una semana después de terminar Nos crecen los enanos, en 2021, cuando Pérez Gellida empezó a escribir Bajo tierra seca. “Nunca me he tomado temporadas sabáticas, no he tenido esa necesidad. Me levanto a las 4 o a las 5 de la mañana, ¿qué hago si no me pongo a escribir?”.
Inspirada en la historia real de una mujer noruega, Brynhild Paulsdatter Storset, que después de inmigrar a Estados Unidos, a principios del siglo XX, dejó un reguero de cadáveres a su paso, en esta novela el escritor rompe por primera vez con su particular universo del inspector Sancho.
“Cuando empecé a investigar sobre los asesinos en serie me llamó muchísimo la atención que no hubieran mujeres destacadas”, explica. Entonces descubrió a Paulsdatter Storset.
Una España rural y hostil
Aquella mujer había llegado al continente americano en “una época muy complicada, cuando empezaban a funcionar las grandes extensiones agrícolas y ganaderas”. Era una mujer de más de 1,85 metros de altura, que llegó a pesar hasta 125 kilos, “con unos rasgos nórdicos que llamaban mucho la atención en el Oregón de 1905” y que se marcó una línea clara “para salir de la situación en la que se encontraba y llegar a cumplir todo lo que ambicionaba: pertenecer a la escala más alta de la sociedad”.
Algo que finalmente consiguió base de contraer matrimonio con hombres, propietarios de territorios, que accidentalmente, acabaron muertos.
En Bajo tierra seca, ella es Antonia Monterroso, también conocida como la Viuda, en la novela de Pérez Gellida. Una mujer que, propietaria de una de las mayores haciendas de la región, desaparece después de un incendio que lo arrasa todo en su finca. Hasta allí se trasladarán el teniente Martín Gallardo, adicto al opio tras participar en las guerras de Cuba y Filipianas, y el sargento Pacheco, para investigar lo sucedido.
“Construyo todas mis historias a partir de un personaje principal que tengo que interpretar –señala sobre su antagonista–. En Memento Mori Augusto Ledesma era el motor de ignición de esa historia y en este caso es Monterroso. No se diferencian tanto estos dos personajes, aunque sí hay una gran diferencia en los propósitos que les mueven. Pero me atraen los personajes siniestros, me interesa mucho más construir un personaje de este tipo que hablar de las bondades de otros”.
Lejos de Estados Unidos, el escritor construye en Bajo tierra seca, entre el thriller y el wéstern, una especie de noir rural, que sitúa entre los pueblos extremeños de Zafra y Almendralejo de principios del siglo XX, por ser una zona especialmente marcada, junto a la parte occidental de Andalucía, por el caciquismo. “No hay distinción entre lo rural y lo urbano para cobijar el mal.
Hay mil ejemplos de la España negra donde han ocurrido crímenes. Lo que pasa es que lo rural siempre tiene unas connotaciones más crueles porque esos suelen ser por rencillas que vienen de hace tiempo, y a mí me apetecía mucho salirme de lo urbano y reflejar un poco las condiciones de aquellos braceros, las diferencias sociales que había entre los que poseían la tierra y los que la trabajaban”, afirma.
Aristas y sombras
Sobre el momento concreto que atraviesa el país, Pérez Gellida señala que la de su historia es una época hostil. “Son momentos muy complicados en una España que está cambiando, que es muy inestable desde el punto de vista político, marcado por el bipartidismo.
Se trata de una época en la que se pasa mucha hambre, sobre todo en el campo, y donde empieza a resquebrajarse el país y a existir esas dos Españas que luego se verán enfrentadas en una guerra civil.
«Es una España que, además, viene de la derrota y de la pérdida de las colonias de ultramar y es a partir de ahí cuando se empieza a tomar conciencia de que realmente aquel imperio que fuimos ya no lo somos ni lo vamos a volver a ser. Pero los políticos que están en el poder eso no lo asumen”.
Concretamente se refiere a 1917, año en que sitúa la acción. “Es justo el año en el que empiezan a darse los primeros brotes de lo que se llamó gripe aviar, que en realidad no tenía nada que ver con la gripe aviar, pero que sí fue la transformación de ese virus que luego se convirtió en la mal llamada gripe española, que tampoco empezó en España”, comenta.
Bajo ese contexto, “el pueblo se enfrenta a muchas dificultades, que es lo que me hace a mí generar ese ambiente hostil que explica la conducta de todos los personajes que aparecen en Bajo tierra seca”.
De entre ellos, solo uno, Rosario, se salva. “Ella sufre las consecuencias del entorno, pero no tiene maldad. Ni siquiera Martín Gallardo, que es el que representa la justicia, está exento de esa zona oscura. Todos los personajes tienen muchas aristas y muchas sombras que encajan muy bien en ese momento de esa España tan complicada”.
Literatura sin límites
Poco dado a realizar una documentación exhaustiva, el escritor explica que con una primera fase que le sirva para dar las primeras pinceladas es suficiente. “En el momento en el que dedicas mucho tiempo y posees mucha información es muy probable que caigas en el error de hacer alarde de documentación y que todo eso entorpezca el desarrollo de la trama. Tenía claro que quería que esta novela fuera un thriller, y para que eso funcione tiene que ser ligera. Ahora si no eres capaz de pintar bien ese entorno social, político y económico no estás haciendo bien tu labor”, advierte.
Autor de catorce novelas, entre las que se incluye la trilogía Refranes, canciones y rastros de sangre o títulos como Todo lo mejor, Todo lo peor, Astillas en la piel o La suerte del enano, Pérez Gellida, que dirige junto a Dolores Redondo el festival literario Blacklladolid, percibe que la novela negra ha evolucionado en el sector.
«Cuando yo empecé, en 2013, el género estaba reñido con lo literario. El mundo editorial va cambiando porque van cambiando los gustos de los lectores. Si hay escritoras como Dolores Redondo que han vendido lo que han vendido, es porque llegan de alguna forma, más allá de lo literario. Pongo el ejemplo de Redondo, pero podría citar a Megan Maxwell o Elizabeth Benavent. A mí me parece estupendo que hayamos pasado estos límites mentales que poníamos a la literatura sobre qué es y qué no es”, reflexiona.
Sobre si volveremos a encontrarnos o no con el inspector de homicidios Ramiro Sancho que le dio fama, el escritor lo tiene claro. “Claro que voy a volver. Lo que no sé es cuando, pero no puedo abandonar a esos personajes que han sobrevivido. Aún tengo muchas cosas que contar y muchas ideas nuevas dentro del género, que me interesa porque me gusta investigar mucho para contar lo que no se ha contado, y hay parcelas que están todavía por explorar”.
En cuanto a estos próximos proyectos, además de la segunda temporada de Memento Mori, quién sabe si pronto no encontraremos Bajo tierra seca en alguna plataforma. “Esta novela tenía como propósito inicial ser un guion”, anuncia y, como tal, ya es un guion para una serie de seis capítulos.
Por el momento, no se casa con nadie y escucha ofertas. Además, deja en el aire, “aunque es una historia conclusiva, eso no quiere decir que no pueda tener una continuidad”. ¿La tendrá? Ya lo veremos.