Había ganas. El Mundial de Egipto de balonmano ha echado a andar, aunque bien es cierto que casi lo hace en silla de ruedas por razones pandémicas. Con tres jornadas disputadas más el partido inaugural, la sensación más patente es que va a ser muy complicado que los favoritos no cumplan con las expectativas que han despertado antes de pisar el cuarenta por veinte.
Por empezar por los nuestros, habría que decir que las sensaciones no son nada halagüeñas tras la disputa de los dos primeros partidos ante rivales teóricamente inferiores a los Hispanos como son Brasil y Polonia. Los tres puntos cosechados nos sirven para pasar a la siguiente fase, sí, pero mucho tiene que cambiar el juego de los que dirige Jordi Ribera si queremos competir con equipos como Dinamarca, Francia, Noruega, Alemania o Croacia. Es cierto que estamos ante el que es —posiblemente— el último acto de un grupo humano que nos ha dado muchas alegrías a los seguidores de este deporte. Los actuales campeones de Europa presentan un bloque con muy pocos cambios y donde la veteranía, con sus pros y sus contras, es el común denominador de unos jugadores que, a pesar de la tibieza exhibida hasta el momento, se han ganado el crédito y el respeto del balonmano mundial por méritos propios. De hecho, en el encuentro contra Polonia, el más veterano de todos, Raúl Entrerríos —con cuarenta recién cumplidos— impartió una cátedra de juego ofensivo desde que pisó el parqué consiguiendo que España se despegara en el marcador al final de la primera parte. Sin embargo, tal y como ocurrió contra Brasil, los Hispanos desaparecieron del partido sin motivo aparente regalando la oportunidad a sus rival de ajustar al máximo el marcador hasta el punto de hacer peligrar la tan necesitada victoria. Adolecemos —como casi siempre—, de peligro y recursos cuando tenemos la posesión y nos toca jugarla en ataque estático, todo ello derivado del sempiterno déficit que arrastramos en el lanzamiento exterior, lo cual hace que las defensas rivales se cierren y se reduzcan considerablemente los espacios. Y este deporte se trata precisamente de eso: de encontrar espacios desde los que conseguir lanzar a portería con cierta comodidad. Por ello, nuestras opciones pasan por consolidar la defensa y atacar en segunda oleada, donde la rapidez y el talento de nuestros jugadores resulta letal para el contrario. Particularmente confío en que nuestro juego mejore sustancialmente conforme avancemos en el campeonato, lo cual no deja de ser una tónica general en todos los torneos disputados por los Hispanos en los que se han conseguido imponerse al resto.
En cuanto al resto de selecciones, aunque pueda resultar algo pronto para las cávalas, me arriesgaría a decir que Dinamarca y Francia parecen un peldaño por encima de las demás. Los daneses y los noruegos son los que, a priori, mejores plantillas presentan, pero los nórdicos se enfrentaron a una Francia algo deslavada y Sagosen y los suyos terminaron mordiendo el polvo bien mordido. Ojo con Francia, que el diablo los confunda. Croacia siempre cuenta, atesora brillantez y experiencia, pero en su primer partido empataron frente a Japón, siendo este el único resultado que se ha salido del guión en este campeonato. De Alemania poco se puede decir dado que han disputado un ”entrenamiento” ante Uruguay y el partido ante Cabo Verde fue suspendido por…, ¿adivinan? Efectivamente: COVID. Está por ver si los Faraones son capaces de superar la presión y consiguen derrotar a los rivales de peso con los que tendrán que medirse si, como dicen, aspiran a colgarse una medalla.
De todo ello podremos disfrutar las próximas semanas en Teledeporte, que no es mal plan habida cuenta de las opciones de ocio extramuros que se nos plantean.
¡Aguanten, Hispanos!
Publicado en El Norte de Castilla el 19 de enero de 2020